Según expone Moya de la Sociedad Española de Filosofía Analítica (SEFA) Moya, Carlos J. (2018), “Libre albedrío”, Enciclopedia de la Sociedad Española de Filosofía Analítica existen múltiples argumentos en contra y a favor de la existencia del libre albedrío que ocupan todo el espectro de grados de libertad. Y, es un debate que los actores principalmente implicados llevan siglos debatiendo y no parecen estar cerca del consenso: neurocientificos, teólogos, filósofos, psicólogos, religiones, etc. Todo esto tiene importantes implicaciones en la imputación de responsabilidad moral, legal y ética.

Desde mi posición autobservadora no logro apreciar la existencia del libre albedrío:
- Cuando «observo» la aparición de «mis»pensamientos, no «logro» elegir el pensamiento que va a aparecer a continuación (aunque mis condicionantes particulares hagan más probable la aparición de unas ideas que la de otras).
- Cuando «observo» la aparición de nuevos pensamientos, relacionados con el anterior, y que, aparentemente, lo valoran o matizan («reflexiono») no «logro» elegir esos nuevos pensamientos que van a aparecer después del primero (aunque mis condicionantes particulares hagan más probable la aparición de unas ideas que la de otras).
- Cuando aparece un último pensamiento dirigido a ejercer alguna acción en relación con el primer pensamiento («mi toma de decisiones«) no «logro» ejercer ninguna influencia sobre la aparición o no de ese «pensamiento-decisión»
- Aunque utilizo los términos «observo«, «logro«, «reflexiono«, «mi toma de decisiones«…, lo hago para entendernos coloquialmente, pero no aprecio ningún yo que protagonice todas esas acciones. Todos esos verbos pueden ser sustituidos por el término «aparece» (a nadie) y se «incluye» en el conjunto de todas los pensamientos y vivencias previas alojados en la memoria.
- Así que no veo que haya nadie, en particular, que tenga, o que no tenga, libre albedrío.
Entonces, ¿No existe la libertad?
Sam Harrys es un conocido filósofo y neurocientífico que expresa su visión sobre este asunto del siguiente modo:
Los pensamientos conscientes, las intenciones y los esfuerzos que se hacen en cada momento están precedidos por causas de las que somos por completo inconscientes. No se es responsable de tener el cerebro que se posee, ni de haber nacido en un país o en un ambiente específico. Ser ignorante de esto hace que experimentemos falsas ilusiones morales. La ilusión de que existe un libre albedrío es una verdad fea, dice Harris; sin embargo, las consecuencias que la gente teme no son ciertas: nadie va a actuar con maldad ni se va a quedar acostado en una cama esperando a que algo ocurra, por el hecho de que el libre albedrío parezca ser solo una ilusión.
Sam Harris y la imposibilidad del libre albedrío el espectador
Según wikiwand, Sam Harris parece estar más preocupado por las consecuencias morales que por el tema en sí. Un tema para el cual la ciencia no tiene aún respuesta. Para Harris es un alivio acabar con la carga de pensar que el otro puede cambiar o ser distinto. Al entender que el libre albedrío es una ilusión, la sociedad puede hacer un giro en aras de reducir el castigo y ser más justa, más comprensiva y capaz de tomar medidas, más de prevención del mal que de castigo y venganza. Según Harris, la sensación de que la gente es profundamente responsable de lo que hace solo produce ilusiones morales y sufrimiento psicológico.
En lo que respecta a la moralidad, Harris considera que ha transcurrido un largo periodo hasta la recuperación del humanismo secular. Harris describe el supuesto enlace entre la fe religiosa y la moralidad como un mito, sostenido por evidencias estadísticas. Apunta, por ejemplo, que los países escandinavos, altamente seculares y ateos, se encuentran entre los más generosos en la ayuda al desarrollo del Tercer Mundo.
Harris escribe en su corto ensaño Free Will (Libre albedrío) que la neurociencia «revela que eres un títere bioquímico». Los pensamientos y las intenciones de la gente, dice Harris, «surgen de causas de fondo de las que no somos conscientes y sobre las cuales no ejercemos control consciente». Por lo que Harris considera el libre albedrío como una «ilusión».
Cada elección que hacemos, se hace como resultado de causas que «están determinadas por causas anteriores y no somos responsables de ellas, o son producto de la casualidad y no somos responsables de ellas», y por lo tanto, no son realmente elecciones.
Otro científico de la evolución en sintonía con la visión de Sam Harris es Jerry Coyne. Jerry Coyne tiene un blog en el que defiende la teoría de la evolución, llamado ¿Por qué la evolución es verdad? Ahí, además, habla de ateísmo y libre albedrío. Sobre este último tema, comenta:
“No creo que las personas tengan ninguna responsabilidad moral por lo que hacen, porque el término“ responsabilidad moral ”implica que podrías haber hecho algo diferente de lo que hiciste y que actuaste de manera inmoral. Pero ningún criminal, ni nadie, puede optar por actuar de manera diferente a como lo hizo «.
Aunque Coyne reconoce que, si bien cree que el libre albedrío es indiscutiblemente una ilusión, todavía le resulta difícil superar el sentimiento instintivo de agencia ¡¿Le suena esto a algún lector de este blog?!
Y abunda más en ello: “Ahora, sentimos que podríamos haber [hecho algo diferente de lo que hicimos]. Todos nosotros, incluido yo. Tenemos una sensación abrumadora de agencia. Dios sabe cómo lo conseguimos; probablemente a través de la evolución, pero no lo sabemos. Es imposible sentir que eres una marioneta, aunque lo aceptes intelectualmente ”, dijo. “Es como la muerte: sabemos que vamos a morir, pero la gente logra evitar pensar en eso. Entonces, todos tienen la sensación de agencia. Y sienten que están tomando decisiones y dirigen su vida sobre esta base. Todo es una ilusión, por supuesto, … La sensación de que hay un yo que hay un Jerry Coyne aquí arriba, dirigiendo al resto de mí a hacer cosas, eso es una ilusión. No existe tal cosa. Es solo la entidad que se construye mediante diversas reacciones en nuestro cerebro «.
“No creo que las personas tengan ninguna responsabilidad moral por lo que hacen, porque el término“ responsabilidad moral ”implica que podrías haber hecho algo diferente de lo que hiciste y que actuaste de manera inmoral. Pero ningún criminal, ni nadie, puede optar por actuar de manera diferente a como lo hizo «.
Sin embargo no considera peligroso para la sociedad este determinismo y se explica: “El determinismo te hace más empático. En lugar de culpar a la gente por sus acciones … si te das cuenta de que la gente no puede hacer otra cosa que lo que hizo, adquieres cierto grado de empatía. Es en contra de lo que se llama el síndrome del mundo justo, que tienen muchos autoritarios y derechistas, que el mundo está organizado con justicia y la gente cae donde cae debido a su propia elección. Si eres determinista, sabes que eso no es posible; la gente cae donde cae debido a sus genes y su entorno, y no tienen otra opción al respecto. De modo que no creo que el determinismo aplana la empatía en absoluto; en todo caso, debería agudizarlo, porque significa que las personas no son moralmente responsables de sus propias situaciones».
Por mi parte creo que imaginar, o intentar forzar, bellos o apacibles estados emocionales, durante o después de la meditación, podría ser un ejemplo de alejarse de la libertad de la conciencia, agazapándose detrás de los «deberías» de la mente.
Dame la libertad del agua de los mares
Dame la libertad de la tormenta
Dame la libertad de la tierra misma
Dame la libertad de la tormenta
Dame la libertad del aire
Dame la libertad de los pájaros de las marismas
Varaderos de las sendas nunca vistas
En el poema “Dame la libertad” de Caballero Bonald cantado por El Lebrijano

No somos los eventos que aparecen ante la conciencia, incluidos los recuerdos. somos la Consciencia y su libertad es la nuestra. La mente no tiene capacidad de hacer y, sin embargo, cabalga a lomos de la libertad. Viajar a lomos de la libertad, consiste en no buscar la libertad en otro sitio distinto a donde se está, porque esto implica sensación de carencia, frustración, dependencia y esclavitud. Podemos acompañar externamente al cambio interior que siempre está surgiendo, pero si renegamos de los resultados, tendremos doble trabajo para vivir la paz.
¿Quién sabe por dónde irá libremente el agua cuando se desborda la fuente? Ese no saber por dónde irá el agua, constituye la verdadera libertad. La posición de descubrir lo que viene, más que la de revisar cómo nos sentimos y pensamos ante lo que va llegando para ver si se adapta, o no, a nuestras expectativas (las ideas que implican una mayor identificación con un ego diferenciado) es la que nos permite degustar la libertad profunda.
La postura del “revisor” (juicios mentales) está condenada al fracaso y frustración continuados ya que sabemos que éste no tiene volición, capacidad de cambiar las cosas, porque no existe en realidad o su existencia es solo aparente. Otra cosa es cuando los sentidos están alerta, cuando estamos bien despiertos, captando, en cada momento, las profundas “orientaciones” que la propia vida nos va dando. Estas orientaciones están alineadas con el conjunto de la vida, no con nuestra individualidad específica, pero, curiosamente, nuestra individualidad se siente más feliz y realizada cuando está bien conjuntada con el resto de la vida, no separada.
Sin embargo, esa libertad no es para la persona, no es para la mente, es solo para el agua, para la vida que se derrama y se expande libremente. No Saber es la libertad misma.
Desconocer lo que viene (no adelantarse a lo que viene, no idealizarlo) es vivir en la fuente de la vida.
La pregunta de si existe, o no, el libre albedrío será, entonces, mejor respondida por el silencio que se aproxima al Gran Enigma del TODO cuando la mente calla.